Nocilla dream de Agustín Fernández Mallo, publicada en 2006, es una novela peculiar y muy moderna. Consta de 113 fragmentos en los que, o bien se cuentan historias de distintos personajes de varios lugares del mundo pero que guardan relación entre sí,o bien se incluyen artículos diversos sobre ciencia, informática, filosofía..., así como referencias artísticas. Todo ello sirve para trazar un panorama del mundo contemporáneo, un mundo globalizado en el que cumplen un papel determinante las nuevas tecnologías.
La novela es fragmentaria, como hemos apuntado. Se relatan historias de muchos personajes, algunos de los cuales reaparecen a lo largo de la novela, mientras que otros tienen una presencia puntual. Entre los primeros encontramos al antiguo boxeador Falconetti, las prostitutas Sherry y Samantha, el músico Sokolov, el transportista Clark, los poetas Hannah y Jorge Rodolfo Fernández, las surferas Kelly y Christina, el campesino Humberto, el periodista Heine, el internauta Ted, el gasolinero Fernando, el físico nuclear Chii-Teen... Estos y otros personajes establecen relaciones entre sí (amorosas, laborales, a través de Internet...), y viven en distintos lugares del mundo. Gran parte de las historias transcurren en Estados Unidos, en especial en el desierto del estado de Nevada, pero otras tienen lugar en China, Singapur, Reino Unido, Dinamarca, Francia, España..., y hay inmigrantes de otros países. Incluso se narran las acciones vergonzosas que una ONG lleva a cabo en un país africano como Mozambique.
Pero además de estas historias ficticias, otros fragmentos de la novela son artículos de distintos campos del saber, y son textos reales, tal y como el autor aclara al final de la obra. Esto hace de la novela un espacio heterogéneo, de acuerdo con la afirmación de Pío Baroja de que en la novela contemporánea cabe todo. Muchos de estos artículos giran en torno a las nuevas tecnologías; por ejemplo, los fragmentos 19 y 64 tratan la codificación de los mensajes secretos en la Red. En los relatos inventados los ordenadores permiten la relación entre personajes de muy variada geografía; así, en el fragmento 39 leemosTed emite desde su módem vía Internet un mensaje de feliz año nuevo a todos los internautas del mundo. Hay una relación que parece clara entre esta esfera digital y la multitud de espacios de la novela: la Red es uno de los factores que interconecta el mundo y crea algunos patrones culturales comunes: de comunicación interpersonal, de modelos estéticos... Esos modelos generalmente surgen en Estados Unidos o en Europa occidental y luego se adaptan al resto del mundo, como el cómic de Spiderman que en la India y en China se acomoda a sus referentes culturales.
También son abundantes los artículos científicos, probablemente los fragmentos más hermenéuticos de la novela, tanto por su contenido como por la conexión que ha de establecer el lector con el conjunto narrativo. Por ejemplo, el fragmento 25 habla de catástrofes en la creación y expansión del universo, lo que podría entenderse en relación con el mundo caótico que nos presenta Agustín Fernández Mallo. La filosofía contemporánea, otro de los pilares de la sociedad actual, también se introduce en la obra: en el fragmento 100 se nombra a Nietzsche y se alude a sus ideas sobre el fin de la moral. Esa forma de ser se observa en muchos personajes de la obra que parecen reflejar un mundo deshumanizado, caracterizado por la soledad, el egoísmo y el vicio: prostitución, violencia, ONG corrompidas, un aislamiento absoluto de la sociedad en personajes como Jorge Rodolfo... Además son sujetos desorientados, que buscan una identidad, un lugar en la sociedad: son muy "posmodernos" en ese sentido.
No menos importantes nos parecen las numerosas referencias artísticas que aparecen en la obra, que intentan recrear modelos culturales contemporáneos. Además de la ya comentada de Spiderman, sobre la literatura destaca la obsesión que muestra Jorge Rodolfo por Jorge Luis Borges, al que se le llama el Maestro, y en honor al cual hace erigir una estatua. Asimismo, es muy relevante el poema de Hannah, en el fragmento 26, que dice lo siguiente: El contenido de este poema es invisible: existe pero no puede verse. Ni su autora lo conoce. Este poema parece un reflejo de la escritura vanguardista, a la que se adscribe Nocilla dream, por la mezcla de materiales que estamos analizando.
Además, hay alusiones a la música contemporánea, como al grupo Siniestro Total, y al cine. De este último Fernández Mallo parece tomar técnicas a la hora de componer Nocilla dream: se habla del principio de la yuxtaposición de dos imágenes en el fragmento 111, y la novela parece aplicar ese mecanismo en muchos momentos: se muestran diferentes "escenas" con personajes en situaciones muy concretas.
Todos estos materiales heterogéneos, al parecer, contribuyen a ofrecer un panorama complejo del mundo contemporáneo, capitalista, tecnificado y, como señalábamos antes, deshumanizado. Es una sociedad en la que las distintas áreas del saber parecen estar relacionadas, y eso parece reflejarlo la estructura heterogénea de la novela. Asimismo, consideramos que esa interconexión de conocimientos se vincula con las nuevas tecnologías, que relacionan mucha información. La novela podría ser, por tanto, una metáfora de la "informatización" del mundo.
Pero además de las relaciones entre las historias ficticias y los artículos, así como entre los personajes, hay otro elemento que articula la novela, un motivo recurrente o leitmotiv: el de un álamo situado en el estado de Nevada, en medio del desierto; es un álamo del que cuelgan muchos pares de zapatos de distintos personajes que los van tirando a su copa. Dado que es el único árbol que encuentra agua en el desierto, y que contiene zapatos de los personajes, se puede entender como un símbolo de la soledad de muchos de estos personajes, que luchan por encontrar una buena situación personal y laboral, igual que el álamo se encuentra aislado de otros árboles y lucha por encontrar agua. Es el medio hostil del la sociedad actual.
En conclusión, Nocilla dream es una novela muy innovadora que articula diferentes historias, espacios y discursos para dar una visión compleja del mundo contemporáneo. Fernández Mallo nos muestra una sociedad informatizada y, por tanto, interconectada, en la que hay una crisis de valores y los sujetos intentan definir su identidad. Es una obra que provoca en el lector una reflexión profunda y constante, porque refleja algunas contradicciones de la modernidad, y nos invita a posicionarnos sobre qué futuro queremos construir.
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
martes, 28 de octubre de 2014
domingo, 19 de octubre de 2014
RESEÑA DEL LIBRO "ELOGIO DEL TEXTO DIGITAL" DE J.M. LUCÍA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA TEXTUALIDAD
Elogio
del texto digital, de José Manuel Lucía, es un libro que ofrece un panorama de la
situación actual del libro y del campo editorial dentro de las tecnologías de
la información y la comunicación, así como de las perspectivas de futuro del
texto digital. Para ello hace un repaso de los avances que ha habido en la
informática, desde las reflexiones premonitorias que realizó el ingeniero
estadounidense Vannevar Bush en 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Pero, previamente, para explicar la revolución que suponen hoy las nuevas
formas de escritura y de difusión del conocimiento en la esfera digital, el
autor hace un recorrido por los grandes cambios que ha habido en la concepción
de los textos: la invención de la escritura, los primeros alfabetos, la
difusión de la escritura en la Antigua Grecia, el paso del pergamino al códice,
la invención de la imprenta y el posterior desarrollo de la industria
editorial…
El objetivo principal de José Manuel Lucía es la defensa de
nuevos modos de creación textual y del mercado editorial basados en las
posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Él señala que el texto digital no es simplemente un texto previamente
impreso que se ha digitalizado, ni tampoco un texto creado para los medios
virtuales pero que está estructurado como un libro impreso. Un texto digital,
según el autor, es aquel que aprovecha las posibilidades que permiten las TIC:
la hipertextualidad (enlaces que relacionan distintas
partes de un texto, de un corpus, de una biblioteca digital…), la interactividad (la capacidad de los usuarios de
participar en el proceso de creación de los textos) y las relaciones hipermedia (la presencia de diferentes medios
enlazados: lo escrito, la voz, el sonido…). Para Lucía, este tipo de discurso
permite que la información no esté simplemente almacenada sino bien
estructurada e interconectada, y cree que eso permitiría un gran progreso para
los saberes de la sociedad, la Sociedad de la Información y el
Conocimiento, como él destaca, en la que estamos.
El itinerario, previo a esta tesis, que lleva a cabo el autor
por la historia de los ordenadores, Internet, las redes sociales…, hasta llegar
a los formatos textuales de la red actual, nos parece muy enriquecedor para
conocer las personalidades, las compañías y los inventos más importantes que ha
habido en la informática durante más de medio siglo, y pensamos que permite
comprender cómo esos cambios han ido afectando a nuestra vida personal,
profesional y social. José Manuel Lucía pone esto en relación con el texto
digital, y entiende este como un posible culmen de los avances digitales, ya
que aquel supondría la máxima expresión de la relación entre diversos
materiales de conocimiento y de la participación del usuario en un proceso de
construcción de un saber colectivo, compartido
.
El autor aporta otras reflexiones que también nos parecen muy
interesantes. Por ejemplo, señala que los nuevos modelos textuales representan,
además de una segunda textualidad, una tercera oralidad.
Explica que en la Antigüedad clásica y en la Edad Media había un primer tipo de
oralidad, en la que se transmitían conocimientos y textos de una generación a
otra, recurriendo a la memoria. Un segundo tipo de oralidad sería la de los
medios de comunicación que se difunden en el siglo XX: la radio, el cine, la
televisión…, que suponen, al igual que la primera oralidad, la participación de
los espectadores u oyentes y su carácter actual, aunque los discursos se basen
frecuentemente en textos escritos. La tercera oralidad la constituirían los
textos digitales, cuyos textos, aunque muchos se basen en principio en el libro
impreso, incorporan elementos propios de lo oral, como la implicación del
lector y su carácter abierto, presente y efímero. Dado que la escritura solo se
impone completamente a la oralidad a partir del siglo XVI, debido al
crecimiento de la industria editorial gracias a la imprenta, José Manuel Lucía
argumenta que la era digital supone una ruptura con los últimos cinco siglos,
pero, en cierto modo, no con una tradición occidental anterior.
Dentro de la variedad de textos digitales, el autor se postula
sobre todo a favor de la creación de grandes espacios virtuales como
bibliotecas digitales textuales o, especialmente, plataformas de conocimiento,
en las que se superen los modelos tradicionales y se forme una importante
trabazón entre una gran variedad de materiales alrededor de ejes temáticos,
para facilitar a profesores, investigadores, estudiantes… un manejo útil de la
información, para alcanzar un conocimiento eficaz. Lucía toma como modelo la
antigua biblioteca de Alejandría, fundada en el siglo IV a.C., en la que no
primaba solo la acumulación de libros, sino también su organización y su
edición crítica y filológica, de manera que permitía un verdadero conocimiento
y no una aglomeración desordenada de información, idea en la que, como vemos,
insiste el autor. Es muy curioso observar cómo pueden establecerse relaciones
entre aspectos de la Antigua Grecia y de la era de la información actual; eso
muestra, en nuestra opinión, el ingenio del autor.
No menos interesante resulta su reflexión en torno a las
universidades. Él expone cómo muchos progresos informáticos han sido impulsados
por estas, sobre todo de Estados Unidos y Gran Bretaña, y afirma que en la
actualidad los campus universitarios europeos, y en particular los españoles,
son algo reacios a investigar nuevas posibilidades de la edición digital, y
siguen en cierto modo aferrados al libro impreso. En absoluto nos postulamos en
contra de este, pero sí creemos, como el autor, que las universidades deberían
trabajar en el desarrollo de las plataformas de conocimiento antes mencionadas,
pues una articulación de diferentes medios que traten de una misma materia
parece un recurso muy útil para la docencia y el aprendizaje, dentro de las
facultades y fuera de ellas.
En conclusión, Elogio del texto digital tiene una gran capacidad argumentativa
para hacernos perder algunos prejuicios en torno a las nuevas tecnologías y a
los textos digitales, pues nos permite ver las grandes posibilidades que
ofrecen y nos anima a investigar en este ámbito, sobre todo a través de esta
cita de Alain Kay, uno de los investigadores del PARC (Palo Alto Research
Center) de la Xerox, creado en 1970: La mejor manera de predecir el
futuro es inventándolo. Y el libro también favorece una
comprensión de algunos de los fenómenos más destacados de la esfera digital y,
por tanto, de nuestra sociedad actual: una sociedad globalizada, en la que la
información y el conocimiento se organizan y se comparten, y en la que la
interacción entre los internautas es continua. En definitiva, José Manuel Lucía
nos adentra en el siglo XXI.
LA CRÍTICA LITERARIA HOY: FUNCIONES Y ESPACIOS
Las
nuevas tecnologías, sin duda, han provocado cambios profundos en el campo
editorial, en el mundo del libro, y la crítica literaria no es una excepción.
Pero, ¿cuál es la función de la crítica hoy? ¿Tiene importancia el hecho de que
sea en papel o en formatos digitales? ¿La crítica debe ser más intelectual o
más “de masas”, en la que cualquiera puede participar? Para intentar responder
a estas cuestiones veremos las diversas opiniones que algunas personas
relacionadas con la esfera editorial tienen al respecto, e intentaremos llegar
a unas posibles conclusiones.
Según Marie Arana, escritora de The Washington Post, El crítico literario es un guardián cultural,
un juez que ha leído mucho, conoce el canon literario y posee una amplia
variedad de experiencias con muchos géneros (…) Somos informadores, educadores
y animadores. Esta definición parece responder a la del crítico
intelectual, que tiene unos amplios conocimientos literarios y establece un
juicio en torno a las obras literarias en función de un canon, de manera que
guía el gusto del público. En relación con esta postura, el escritor y
periodista Benjamín Prado afirma: Para ser crítico hace falta una preparación
específica, estar muy entrenado en el gimnasio de la lectura. Una crítica es
más que una opinión personal.
Desde otro punto de vista, Mario Jursich, periodista de la
revista colombiana El
Malpensante, dice lo siguiente: Pienso que la crítica literaria
no es un asunto de expertos; por eso me parece [la
democratización en la red] una opción saludable que además
ha contribuido a volver más plural el contenido de algunos diarios.
Es decir, para él abrir la posibilidad al gran público de escribir crítica dota
a esta de una mayor riqueza de perspectivas. En la línea de esta idea, el
escritor y crítico Alberto Olmos opina que el crítico puede ser cualquier persona que
consiga transmitir a su vez un gusto coherente y
una práctica honesta de su labor opinativa.
Respecto a la diferencia entre el formato en papel y la edición
electrónica, algunas personalidades son reacias al universo digital, como
Christopher Domínguez Michael, experto en literatura, quien escribe: Soy un crítico a la antigua.
Solo leo libros impresos, y de Internet solo me sirvo para comprarlos. Sin
embargo, una buena parte de los intelectuales parecen reconocer la necesidad de
recurrir a la web para no quedarse desfasados; para el escritor y crítico Vicente
Luis Mora es un prejuicio la consideración de que el papel
es un síntoma de calidad.
Más que en el hecho de que la crítica sea en papel o en versión
digital, el debate parece estar entre una crítica intelectual o una crítica más
“popular”, como comentábamos, así como entre la prensa (impresa o digital) y
sus suplementos, por una parte, y los blogs, por otra. La novelista y profesora
Ana Rodríguez Fischer, crítica en Babelia, suplemento
cultural de El
País, afirma que entre la crítica de los suplementos y la de los
blogs hay
una gran diferencia: la de los suplementos está sometida a filtros, cedazos,
jerarquías, contrastes, y por lo general sus autores están acreditados o han
refrendado su profesionalidad, lo que no siempre sucede en los blogs.
No obstante, Fischer reconoce que hay blogs que merecen crédito pues los
escriben autores expertos en la materia, y la periodista Eva Orúe defiende que
en los blogs literarios hay más espacio para géneros como la literatura
infantil y juvenil, fantástica, de ciencia-ficción o romántica (“La crítica en la era de tuits”,
cultura.elpais.com, 05/06/2014). Además, no parece que los blogs o las redes
sociales sean los únicos lugares donde con frecuencia la crítica pueda no tener
la calidad esperada, ya que, según el periodista de Ser escritor Manuel de Ordoñana, Las páginas culturales de los
periódicos y las revistas especializadas se acercan cada vez más a una guía de
novedades o un boletín de noticias, en las que privan los intereses de la
industria editorial.
En relación con esto último, planteamos si la crítica ha de
responder a unos intereses económicos o ha de tener como fin el servir de guía
cultural a los lectores. Creemos que es posible un término medio, al igual que Claire
Armitstead, editora literaria del periódico británico The Guardian, quien
señala sobre la crítica literaria: Es una parte vital de la
economía cultural. Una de las pocas formas capaces de poner un espejo delante
de nuestra sociedad y sus valores. Tiene un valor social. Pensamos,
en efecto, que la crítica literaria debería tener una función social,
destacando aquellos libros que reflejen mejor cómo es nuestra sociedad, con sus
virtudes y defectos, y así se puede hacer reflexionar a los lectores y hacernos
mejores ciudadanos. Y creemos que para eso hacen falta críticos con un bagaje
cultural y con una capacidad de análisis profundo del sentido de las obras
literarias, tanto en la prensa escrita o digital como en blogs. En el polo
opuesto estaría el tipo de crítico del que habla Manuel de Ordoñana: un simple comentarista que recoge
la opinión de lo que tiene más a mano: notas de prensa, la sinopsis en la
contraportada o el contenido del primer artículo que encuentra sobre la obra en
Internet, algo que, personalmente, nos parece poco honesto.
Incluso en casos no tan graves como el que plantea Ordoñana,
pensamos que, si quien escribe no es ducho en la materia, sería preferible
hablar de opinión y no de crítica, en
consonancia con la cita anterior de Benjamín Prado y con lo que afirma Jorge
Aulicino, poeta y editor del suplemento Ñ, de Clarín (Argentina): No hay una democratización de
la cultura sino de la opinión.
Obviamente, defendemos que todo el mundo tiene derecho a opinar
en la red sobre los libros, pues además los autores tienen muy en cuenta la
opinión de los lectores. Pero también pensamos que esto no debería sustituir al
trabajo de la crítica especializada, que, como hemos opinado anteriormente,
tiene una función social. Asimismo, puede servir de ayuda a un lector que no
sepa qué libros escoger entre la infinidad que hay actualmente en el mercado,
pues se escribe y se edita más que nunca. Una crítica intelectual puede
mostrarnos qué libros son interesantes a parte de los best-sellers y abrir nuestro abanico de
experiencias culturales enriquecedoras.
No obstante, la librera Lola Larumbe, dueña de la Rafael Alberti
de Madrid, opina que los criticos tienen menos influencia que los esscritores
de renombre: La
mejor recomendación es la de otro escritor muy reconocido. Que cite un libro
Vargas Llosa o Muñoz Molina. Eb ese sentido, creemos que es
importante para el futuro de la crítica que escritores reconocidos participen
en ella, pues si sus ideas tienen más impacto en la sociedad que las de otros
críticos, ello contribuye a que el público se anime a leer las obras que
reomiendan, y, por tanto, a que seamos más cultos y con más capacidad de
pensamiento crítico.
En conclusión, pensamos que la crítica especializada es
importante para servir de guía a los lectores en un mercado editorial amplio y
heterogéneo como es el de la esfera digital. También creemos que tanto en la
prensa escrita o digital como en los blogs hay estudios críticos de más calidad
que otros, por lo que los lectores hemos de saber observar y elegir bien los
documentos que manejamos. La crítica literaria debería enseñarnos a ser
nosotros mismos críticos con lo que leemos; pensamos que eso es imprescindible
en una sociedad democrática. Por eso insistimos en que la crítica
literaria, como cualquier crítica, debe tenr un fin social -aunque no pueda
dejar de formar parte de una industria cultural-, enseñándonos a
descubrir en los libros sentidos sobre el mundo, la sociedad y el ser humano,
ayudándonos a ser mejores.
BIBLIOGRAFÍA
- “La crítica en la era de tuits” (en línea), cultura.elpais.com/cultura/2014/06/05/babelia/1401993598_180059.html (fecha
de consulta: 4 de octubre de 2014).
- “Radiografía de la crítica literaria” (en línea), elpais.com/diario/2011/11/26/babelia/1322269936_850215.html (fecha de consulta: 4 de octubre de
2014).
- “La crítica literaria” (en línea), serescritor.com/la-critica-literaria (fecha de consulta: 4 de octubre de
2014).
PRESENTACIÓN
Saludos
a todos. Me llamo Paco, y soy estudiante de la Universidad de Valencia,
de la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación, del grado de Estudios
Hispánicos. Mis compañeros y yo vamos a publicar en este blog una serie de
entradas en relación con una asignatura de 4.º curso del grado, “Prácticas
literarias en la era de la información”, que trata sobre la literatura en la
era digital. Plantearemos cómo afectan al campo editorial las nuevas
tecnologías y cómo estas repercuten en nuestros hábitos de lectura.
Espero que les guste este “Blog humanístico azul”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)