Elogio
del texto digital, de José Manuel Lucía, es un libro que ofrece un panorama de la
situación actual del libro y del campo editorial dentro de las tecnologías de
la información y la comunicación, así como de las perspectivas de futuro del
texto digital. Para ello hace un repaso de los avances que ha habido en la
informática, desde las reflexiones premonitorias que realizó el ingeniero
estadounidense Vannevar Bush en 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Pero, previamente, para explicar la revolución que suponen hoy las nuevas
formas de escritura y de difusión del conocimiento en la esfera digital, el
autor hace un recorrido por los grandes cambios que ha habido en la concepción
de los textos: la invención de la escritura, los primeros alfabetos, la
difusión de la escritura en la Antigua Grecia, el paso del pergamino al códice,
la invención de la imprenta y el posterior desarrollo de la industria
editorial…
El objetivo principal de José Manuel Lucía es la defensa de
nuevos modos de creación textual y del mercado editorial basados en las
posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Él señala que el texto digital no es simplemente un texto previamente
impreso que se ha digitalizado, ni tampoco un texto creado para los medios
virtuales pero que está estructurado como un libro impreso. Un texto digital,
según el autor, es aquel que aprovecha las posibilidades que permiten las TIC:
la hipertextualidad (enlaces que relacionan distintas
partes de un texto, de un corpus, de una biblioteca digital…), la interactividad (la capacidad de los usuarios de
participar en el proceso de creación de los textos) y las relaciones hipermedia (la presencia de diferentes medios
enlazados: lo escrito, la voz, el sonido…). Para Lucía, este tipo de discurso
permite que la información no esté simplemente almacenada sino bien
estructurada e interconectada, y cree que eso permitiría un gran progreso para
los saberes de la sociedad, la Sociedad de la Información y el
Conocimiento, como él destaca, en la que estamos.
El itinerario, previo a esta tesis, que lleva a cabo el autor
por la historia de los ordenadores, Internet, las redes sociales…, hasta llegar
a los formatos textuales de la red actual, nos parece muy enriquecedor para
conocer las personalidades, las compañías y los inventos más importantes que ha
habido en la informática durante más de medio siglo, y pensamos que permite
comprender cómo esos cambios han ido afectando a nuestra vida personal,
profesional y social. José Manuel Lucía pone esto en relación con el texto
digital, y entiende este como un posible culmen de los avances digitales, ya
que aquel supondría la máxima expresión de la relación entre diversos
materiales de conocimiento y de la participación del usuario en un proceso de
construcción de un saber colectivo, compartido
.
El autor aporta otras reflexiones que también nos parecen muy
interesantes. Por ejemplo, señala que los nuevos modelos textuales representan,
además de una segunda textualidad, una tercera oralidad.
Explica que en la Antigüedad clásica y en la Edad Media había un primer tipo de
oralidad, en la que se transmitían conocimientos y textos de una generación a
otra, recurriendo a la memoria. Un segundo tipo de oralidad sería la de los
medios de comunicación que se difunden en el siglo XX: la radio, el cine, la
televisión…, que suponen, al igual que la primera oralidad, la participación de
los espectadores u oyentes y su carácter actual, aunque los discursos se basen
frecuentemente en textos escritos. La tercera oralidad la constituirían los
textos digitales, cuyos textos, aunque muchos se basen en principio en el libro
impreso, incorporan elementos propios de lo oral, como la implicación del
lector y su carácter abierto, presente y efímero. Dado que la escritura solo se
impone completamente a la oralidad a partir del siglo XVI, debido al
crecimiento de la industria editorial gracias a la imprenta, José Manuel Lucía
argumenta que la era digital supone una ruptura con los últimos cinco siglos,
pero, en cierto modo, no con una tradición occidental anterior.
Dentro de la variedad de textos digitales, el autor se postula
sobre todo a favor de la creación de grandes espacios virtuales como
bibliotecas digitales textuales o, especialmente, plataformas de conocimiento,
en las que se superen los modelos tradicionales y se forme una importante
trabazón entre una gran variedad de materiales alrededor de ejes temáticos,
para facilitar a profesores, investigadores, estudiantes… un manejo útil de la
información, para alcanzar un conocimiento eficaz. Lucía toma como modelo la
antigua biblioteca de Alejandría, fundada en el siglo IV a.C., en la que no
primaba solo la acumulación de libros, sino también su organización y su
edición crítica y filológica, de manera que permitía un verdadero conocimiento
y no una aglomeración desordenada de información, idea en la que, como vemos,
insiste el autor. Es muy curioso observar cómo pueden establecerse relaciones
entre aspectos de la Antigua Grecia y de la era de la información actual; eso
muestra, en nuestra opinión, el ingenio del autor.
No menos interesante resulta su reflexión en torno a las
universidades. Él expone cómo muchos progresos informáticos han sido impulsados
por estas, sobre todo de Estados Unidos y Gran Bretaña, y afirma que en la
actualidad los campus universitarios europeos, y en particular los españoles,
son algo reacios a investigar nuevas posibilidades de la edición digital, y
siguen en cierto modo aferrados al libro impreso. En absoluto nos postulamos en
contra de este, pero sí creemos, como el autor, que las universidades deberían
trabajar en el desarrollo de las plataformas de conocimiento antes mencionadas,
pues una articulación de diferentes medios que traten de una misma materia
parece un recurso muy útil para la docencia y el aprendizaje, dentro de las
facultades y fuera de ellas.
En conclusión, Elogio del texto digital tiene una gran capacidad argumentativa
para hacernos perder algunos prejuicios en torno a las nuevas tecnologías y a
los textos digitales, pues nos permite ver las grandes posibilidades que
ofrecen y nos anima a investigar en este ámbito, sobre todo a través de esta
cita de Alain Kay, uno de los investigadores del PARC (Palo Alto Research
Center) de la Xerox, creado en 1970: La mejor manera de predecir el
futuro es inventándolo. Y el libro también favorece una
comprensión de algunos de los fenómenos más destacados de la esfera digital y,
por tanto, de nuestra sociedad actual: una sociedad globalizada, en la que la
información y el conocimiento se organizan y se comparten, y en la que la
interacción entre los internautas es continua. En definitiva, José Manuel Lucía
nos adentra en el siglo XXI.
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